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Vista
general del fragmento de tronco fósil. Longitud superior a los 40 centímetros. Diámetro
máximo que ronda los 25 centímetros, teniendo una circunferencia del orden de 68
centímetros |
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Tronco
que presenta una sección transversal elíptica, posiblemente debida a la
compactación del sedimento. No se ha conservado la estructura interna
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Vista
de la “otra cara” del tronco fósil. En posición central se observan restos de
huellas fósiles generadas por animales comedores de madera. La roca, arenisca calcárea, posee una
coloración gris azulada que se torna marrón por oxidación. |
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Detalle
de huellas fósiles asignables al icnogénero Teredolites |
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Pequeñas
huellas fósiles de moluscos bivalvos comedores de madera. Parece tratarse de una icnoespecie
diferente a la anterior |
Jaume
Mas Moiset ha donado al Museo un trozo de tronco fósil del Eoceno que recolectó
en un estrato que se generó de un ambiente marino profundo, en un canal turbidítico
de la Formación San Vicente.
Hace
más de 40 millones de Años buena parte de Sobrarbe estaba bajo el mar. En la
zona de Aínsa y Boltaña el mar era profundo y hasta allí llegaba material
detrítico procedente del continente, desde el sur. Las grandes tormentas
provocaban importantes crecidas en los ríos que eran capaces de transportar
inmensas cantidades de grava, arena y lodo que podían llegar hasta zonas
marinas profundas a través de los canales que había bajo el mar. Ello explica que
encontremos restos de madera y hojas en depósitos marinos generados a varios
cientos de metros de profundidad.
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