En Sobrarbe cada pueblo tiene sus peculiaridades, su fisonomía particular derivada principalmente de las características litológicas del entorno inmediato. Al mismo tiempo, todos ellos poseen elementos arquitectónicos comunes, resultantes de las distintas modas habidas a lo largo de los siglos. El poder económico de los dueños y su mayor o menor afán de notoriedad también influyen en el aspecto de los inmuebles. Las piedras nos hablan de todo ello y a su vez nos informan de cómo han evolucionado las casas a lo largo del tiempo.
Para realizar los muros de piedra se utilizó argamasa de cal hacia el exterior, si bien internamente en algunas viviendas se empleó el barro masado. La junta seca o con escasez de cal es más moderna, del último tercio del siglo XIX y primera mitad del XX. La presencia de cascos de teja para asentar las piedras nos aporta información de cómo evolucionó la implantación de la teja árabe en las distintas localidades. El revoco de fachadas fue una moda que comenzó en el último tercio del siglo XIX y se prolongó hasta los años 70 del siglo XX.
Las casas y los huecos de las fachadas fueron haciéndose más grandes en el transcurso de los siglos. Los balcones se pusieron de moda en el siglo XIX, antes no existían. Las bóvedas en la planta baja se construyeron en los siglos XVI y XVII, generalmente en las casas que tenían buen nivel económico.
Las restauraciones del último tercio del siglo XX y las actuales, repicando las fachadas y colocando mortero de cemento, son un error, se pierde información de cómo han evolucionado los inmuebles y además dicho mortero puede contribuir a deteriorar las piedras. Los criterios estéticos van variando a lo largo de los siglos, algo que no ocurre con los científicos, más objetivos. Una casa puede resultar más atractiva a nuestros ojos con una restauración, sin embargo científicamente dicha restauración no necesariamente es positiva.
Hoy he hablado de este tema en el marco de las VIII Jornadas de informadores turísticos de Sobrarbe. He procurado dar una visión distinta y alternativa de la arquitectura popular de esta comarca. Con posterioridad ha habido una interesante ponencia en la que Francho Beltrán nos ha mostrado la geodiversidad de Sobrarbe y territorios próximos.
Para realizar los muros de piedra se utilizó argamasa de cal hacia el exterior, si bien internamente en algunas viviendas se empleó el barro masado. La junta seca o con escasez de cal es más moderna, del último tercio del siglo XIX y primera mitad del XX. La presencia de cascos de teja para asentar las piedras nos aporta información de cómo evolucionó la implantación de la teja árabe en las distintas localidades. El revoco de fachadas fue una moda que comenzó en el último tercio del siglo XIX y se prolongó hasta los años 70 del siglo XX.
Las casas y los huecos de las fachadas fueron haciéndose más grandes en el transcurso de los siglos. Los balcones se pusieron de moda en el siglo XIX, antes no existían. Las bóvedas en la planta baja se construyeron en los siglos XVI y XVII, generalmente en las casas que tenían buen nivel económico.
Las restauraciones del último tercio del siglo XX y las actuales, repicando las fachadas y colocando mortero de cemento, son un error, se pierde información de cómo han evolucionado los inmuebles y además dicho mortero puede contribuir a deteriorar las piedras. Los criterios estéticos van variando a lo largo de los siglos, algo que no ocurre con los científicos, más objetivos. Una casa puede resultar más atractiva a nuestros ojos con una restauración, sin embargo científicamente dicha restauración no necesariamente es positiva.
Hoy he hablado de este tema en el marco de las VIII Jornadas de informadores turísticos de Sobrarbe. He procurado dar una visión distinta y alternativa de la arquitectura popular de esta comarca. Con posterioridad ha habido una interesante ponencia en la que Francho Beltrán nos ha mostrado la geodiversidad de Sobrarbe y territorios próximos.
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