sábado, 9 de julio de 2022

Tarifas, año 2022

       Museo Paleontológico de Sobrarbe 

 

Entrada

Mayores de 10 años

2,5€

De 5 a 10 años

1€

Menores de 5 años

Gratis

 
         VISITA GUIADA: suplemento de 10€, a pagar entre todo el grupo.

                          Llamar al teléfono 649683498

 

jueves, 3 de febrero de 2022

LOS MOLINOS DE MANO EN SOBRARBE

 A partir del Neolítico, hace menos de 10.000 años, para triturar el grano obtenido en los campos de cereal, los humanos inventaron y usaron los molinos de mano, los cuales fueron evolucionando a lo largo de los siglos. En base a su funcionamiento, se distinguen principalmente dos tipos: uno más simple, denominado de vaivén o barquiforme, constituido por una piedra fija, en forma de barca, y otra superior más pequeña, con la que se ejercía un movimiento de “vaivén” para moler el grano; el segundo tipo, denominado rotatorio o giratorio, se compone de dos piezas acopladas, de contorno circular, engranadas por un eje central, fija la inferior o solera, y móvil la superior o volandera, que con su movimiento de rotación molía el grano o las bellotas que eran introducidas por el orificio central superior, saliendo la harina por el intersticio que dejaba la unión de las dos piedras.

Hasta hace pocos años era fácil encontrar molinos de mano en las tierras de cultivo, habitualmente conservados parcialmente. La llegada de la mecanización agrícola provocó movimientos de tierra y a su vez que se profundizara más la labor de cultivo en los campos, lo que hizo que aumentaran las piedras grandes en superficie. Cada vez es más difícil ver estos sencillos molinos debido a que es habitual “espedregar” los campos, eliminándose las piedras grandes, que son dejadas amontonadas en zonas que no estorben, a veces tiradas en los barrancos próximos.

En el Museo Paleontológico de Sobrarbe, y también en casas particulares, se conservan diversas piedras de molino que habitualmente fueron encontradas en tierras cultivadas, aunque también las hay que se localizaron en zonas de pobre vegetación, incluso erosionadas, próximas a tierras de cultivo. Veamos algunos ejemplares.


1.   Solera de molino barquiforme

Se conserva la mitad de la parte pasiva de un molino de piedra, arenisca calcárea. Primitivamente tuvo una longitud máxima de unos 34 centímetros, siendo su anchura de 22,5 centímetros. La cara superior es marcadamente cóncava y la inferior muy convexa. Fue encontrada en el monte de La Pardina, antiguo término municipal de Castejón de Sobrarbe, junto a un monumento megalítico y restos de un muro. Asignable al Neolítico - Calcolítico.


2.   Solera de molino barquiforme

Es la parte pasiva de un molino de piedra, elaborada en granito. Pieza desgastada por llevar muchos años a la intemperie.  Longitud máxima de 24,5 centímetros, siendo su anchura máxima de 19 centímetros. Cara superior plana y ovoide. Superficie inferior convexa. Procede del monte de La Pardina, municipio de Aínsa-Sobrarbe.

Este tipo de piedras de molino, rústicas y sencillas, fueron muy habituales en la Edad del Bronce. Es normal verlas en zonas yermas próximas a campos de cultivo, tanto asociadas a yacimientos arqueológicos como fuera de contexto. En la Edad del Bronce el poblamiento del territorio fue intenso.


3.   Solera de molino barquiforme

Parte pasiva de un molino de piedra, elaborada en granito. Pieza de mejor ejecución y de mayor tamaño que la anterior. Longitud máxima de 43,5 centímetros, siendo su anchura máxima de 28,5 centímetros. Cara superior plana y ovoide, ligeramente cóncava en la dirección de su eje mayor. Superficie inferior convexa. Encontrada en un campo de cultivo de Jabierre de Olsón, asociada a fragmentos dispersos de cerámica elaborada a mano, con desgrasante muy basto. Asignable a la Primera Edad de Hierro.


4.   Volandera de molino rotatorio

Piedra superior de un molino giratorio, parcialmente conservada, elaborada en microconglomerado detrítico. Es rústica, de 37,5 centímetros de diámetro, con orificio central de hasta 10 centímetro de diámetro, siendo muy gruesa (16 centímetros). Cara superior convexa y con cuello muy alzado. Superficie inferior cóncava. Localizada en el monte de Samitier, asociada a cerámica rústica realizada a mano. Posiblemente de cronología ibérica antigua.


5.   Volandera de molino rotatorio

Piedra superior de un molino giratorio, parcialmente conservada, elaborada en microconglomerado detrítico. Tiene del orden de 43 centímetros de diámetro, estando presente el típico orificio central. Su grosor máximo ronda los 16 centímetros. Cara superior convexa, si bien es cóncava en la zona central, con cuello deprimido. Superficie inferior ligeramente cóncava. En la actualidad está en una zona de difícil acceso, abarrancada,  en el monte de Samitier, fuera de contexto arqueológico.  


6.   Piedra de molino

Elaborada en granito. Espesor bajo, máximo de 11 centímetros. Diámetro de unos 44 centímetros. Orificio central de 5,5 centímetros de diámetro. Cara superior convexa e inferior ligeramente convexa, aunque aparentemente poco trabajada. Fue encontrada fuera de contexto, en el monte de Lamata.


7.   Volandera de molino rotatorio.

Elaborada  en granito. La pieza es lenticular aplanada (máximo de 8 centímetros de espesor), con un diámetro que ronda los 37 centímetros, poseyendo un orificio central de 4 centímetros, más estrecho en el interior. Cara inferior convexa y con estrías radiales, y superior lisa y ligeramente convexa. Carece de ranuras o muescas para la lavija. Piedra asociada a un yacimiento romano de cronología tardía, ubicado muy cerca de la localidad de Lamata.


8.   Fragmento de volandera de molino rotatorio.

Elaborado en microconglomerado detrítico. Volandera de bajo espesor, y de unos 40 centímetros de diámetro. Se ha conservado parte del orificio central y una hendidura lateral bien desarrollada, expandida distalmente, probablemente ligada al mecanismo giratorio del molino. Cara inferior ligeramente cóncava. Fue encontrada en un campo de cultivo, ligada a un yacimiento tardorromano, junto al pueblo de Lamata.


9.   Volandera de molino rotatorio.

Realizada en arenisca calcárea. Orificio central muy desarrollado. Cara superior convexa, con depresión asociada al orificio central; en esta depresión hay dos pequeñas hendiduras en las que iría la lavija. Hay un orificio en el borde, de pequeñas dimensiones. Cara inferior ligeramente cóncava, y con estrías radiales; también se observa en un lateral, junto al borde, una pequeña hendidura, y a 90º un pequeño orificio lateral, cerca del borde de la pieza. Volandera encontrada en la ribera de Guaso, junto a unos marueños. Un vecino del citado pueblo la guarda en su casa.

Esta volandera parece ser de época romana avanzada, puesto que el molino sería algo aplanado y la lavija se situaría en la cara superior del catillus.


10.                  Volandera de molino rotatorio

Elaborada en microconglomerado, con granos de cuarcita muy bien cementados. Tiene la pieza un diámetro que ronda los 51 centímetros, poseyendo el habitual orificio central, de unos 9 centímetros de diámetro. En la superficie superior se observa que el cuello está alzado alrededor del eje, y hay una hendidura lateral que debe estar relacionada con el mecanismo de rotación. La superficie inferior, cóncava, presenta dos hendiduras centradas y simétricas que debieron tener la finalidad de facilitar el engarce del eje; se trataría de ranuras de fijación del eje giratorio vertical. En función de la morfología de la pieza, cabe asignarle una cronología medieval. Fue encontrada en el monte de Escanilla. Donada al Museo por los propietarios de Casa Salinas.


11.                  Volandera de molino rotatorio.

Pieza  de conservación parcial, de similar composición a la anterior. Tiene un diámetro que ronda los 51 centímetros, y su cara superior es muy similar a la de la piedra que se acaba de ver, con orificio central de mayor diámetro: 11-12 centímetros. La mayor diferencia estriba en que está mejor elaborada. La superficie inferior, cóncava, presenta seis singulares hendiduras, tres a cada lado, guardando simetría bilateral. Posible cronología medieval. Fue encontrada en un campo de cultivo del monte de Escanilla; donada al museo por los propietarios de Casa Salinas.


12.                  Volandera de molino rotatorio

Elaborada en microconglomerado – conglomerado. Tiene morfología discoidal, muy aplanada, con un diámetro que ronda los 55-56 centímetros, siendo su espesor de unos 6,5 centímetros. Orificio central que ronda los 50 milímetros de diámetro. Hay otro orificio en posición centro-lateral, relacionado con el mecanismo de rotación del molino, con diámetro de 30-32 mm.

La superficie superior de la piedra es plana, al igual que la inferior; en ésta última se observan dos hendiduras centradas y simétricas donde iría la lavija que estaría engarzada al eje giratorio vertical. Por su morfología, se le puede asignar una cronología bajomedieval. Fue encontrada en Olsón, en un campo próximo al pueblo.


13.                  Solera de molino rotatorio

Elaborada en conglomerado, en un canto rodado proveniente de los conglomerados oligocenos de la Sierra de Arbe. Tiene un gran espesor que ronda los 19 centímetros. Superficie ligeramente convexa, de contorno circular, con diámetro aproximado de 38 centímetros. Presencia de un hueco cilíndrico y centrado inferior a los 5 centímetros de diámetro, y unos 6 centímetros de profundidad. Superficie inferior poco trabajada, aplanada. De cronología incierta, quizá ibérica primitiva. Encontrada fuera de contexto arqueológico, en  El Lecinar de Lamata.


14.                  Solera de molino rotatorio

Realizada en microconglomerado detrítico. Es de espesor bajo. Superficie superior convexa, de 33 centímetros de diámetro máximo: posee cavidad central semicircular, de unos 3,5 centímetros de diámetro y otros tantos de profundidad. Superficie inferior ligeramente convexa, poco o nada trabajada. Encontrada en el monte de Lamata, en un amontonamiento de piedras, junto a un yermo que estuvo cultivado en siglos pasados. Restos cerámicos íberos y romanos cercanos a donde fue localizado el resto de molino.


15.                  Solera de molino rotatorio.

Elaborada en microconglomerado, siendo su diámetro máximo 38 centímetros. Se trata de la piedra inferior, fija, de un molino rotatorio manual, con morfología discoidal, sólo trabajada por su parte superior, que estaba destinada a moler; hay una cavidad semicircular central para el eje, de 4 centímetros de diámetro y otros tantos de profundidad. La cara superior es convexa, con protuberancia central. La parte basal se halla sin trabajar, siendo ligeramente convexa. Cronología incierta.

 

Conclusiones:

Molinos barquiformes

En Sobrarbe son muy abundantes, mucho más que los rotatorios; en este artículo sólo han quedado reflejados 3 de ellos, si bien por el monte hay muchísimos.

En los yacimientos arqueológicos de la Edad del Bronce (1800-1100 a.C.) y Primera Edad de Hierro (1100-500 a.C.) son habituales los molinos de tipo barquiforme, obtenidos principalmente a partir de bolos de granito recolectados junto al cauce del Cinca. Dichos bolos, de 20 a 40 centímetros de longitud, fueron trabajados por una cara, dejándola plana, raramente cóncava. Hay molinos barquiformes que fueron fabricados en rocas sedimentarias: conglomerado, arenisca calcárea... Cuanto más alejados estén los yacimientos arqueológicos del río Cinca, y de las áreas graníticas, mayores posibilidades de que los molinos no sean de granito.

Molinos rotatorios

En los asentamientos de cronología ibérica (350-50 a.C.), se aprecia la coexistencia de los molinos barquiformes con otros de tipo rotatorio, más evolucionados, suponiendo una novedad. En la época romana (50 a.C. - 472 d.C.) los molinos rotatorios se hicieron de mayor calidad, con piedras bien trabajadas. Persistieron hasta la Edad Media.

Los molinos más modernos suelen ser de mejor ejecución que los antiguos, aunque influye mucho la profesionalidad de sus autores. Se constata que hubo una evolución de los molinos a lo largo de los siglos. Los molinos rotatorios ibéricos eran más gruesos que los romanos, que adoptaron una forma cada vez más plana, reduciendo su peso. Parece ser que en época medieval hubo una involución en esta norma, al menos en algunos ejemplares.

Los molinos rotatorios de época medieval suelen presentar un hueco para la lavija, en la cara interior de la volandera, lo que facilita el engarce. Esta lavija, en época romana avanzada, se situaba en la superficie superior del catillus o volandera.

Otra tendencia en época medieval es la presencia de un gollete o cuello alzado más marcado alrededor del eje en la pieza superior del molino. Esta característica también se observa en algunos molinos rotatorios que he asignado a cronología ibérica.

Para la elaboración de los molinos rotatorios se prefirió el microconglomerado detrítico. También los hay de granito.

En las volanderas de los molinos rotatorios lo habitual es que la cara superior sea convexa, y la inferior cóncava (aunque también puede ser convexa). Mucha diversidad en cuanto al mecanismo de rotación en los molinos giratorios.

La datación dada a las distintas piedras de molino ha tenido en cuenta el contexto arqueológico en que fueron encontradas. Hay piedras que estaban fuera de contexto; en este caso he recurrido a estudios realizados en otras zonas (ver bibliografía). Por tanto, las conclusiones son provisionales, susceptibles de ser mejoradas en un futuro.

Bibliografía

·      MEDEROS MARTÍN, A. & ESCRIBANO COBO, G., El comercio de los molinos rotatorios romanos en el mediterráneo y litoral atlántico norteafricano, Archivo de prehistoria levantina, vol. XXIV, Valencia, 2001.

·      SERRA RAFOLS, E. & DIEGO CUSCOY, L., Los molinos de mano, Arqueología Canaria, revista de historia, tomo 16, año 23, nº92, La Laguna de Tenerife, 1950, pp. 384-397.


Artículo publicado en la revista Treserols, número 15, 2017, pp. 32-36 



miércoles, 2 de febrero de 2022

Una piedra horadada y pulimentada, en el Museo Paleontológico de Sobrarbe, Lamata (Huesca)

 

El Museo Paleontológico de Sobrarbe está ubicado en la localidad de Lamata, municipio de Abizanda, construido entre los años 2007 y 2008, sobre los restos que quedaban de Casa Román, incorporando al nuevo edificio las bodegas y lagar de la primitiva casa. El inmueble original, ya documentado en el siglo XV, se derrumbó hace más de medio siglo. Entre sus ruinas encontré, en el año 2006, la piedra de la que ahora hablaré.


Características de la piedra horadada y pulimentada

La piedra en cuestión está incompleta, falta casi la mitad, aunque por simetría podemos deducir su morfología original. Se trata, en origen, de un objeto elipsoide y pulimentado, elaborado en cuarcita; sus tres dimensiones ortogonales principales son, aproximadamente: 160 mm, 130 mm, 76 mm.

Posee un orificio central que atraviesa la pieza, de forma bicónica, como dos embudos unidos por su parte más estrecha, la cual tiene unos 15 mm de diámetro mínimo en el eje menor. El orificio central es pequeño, algo que le aporta singularidad.

La piedra horadada en la actualidad, conservada de forma parcial, 
expuesta en el museo


¿Qué antigüedad tiene?

Lo primero que uno piensa es que la pieza no es muy antigua, puesto que se ha encontrado en una casa cuyo origen es medieval. Esta deducción no es acertada, porque los residentes en la casa la pudieron encontrar en el monte, llamarles la atención y llevarla a su domicilio. Por otro lado, en varios muros del pueblo de Lamata era posible ver restos de molinos de tipo barquiforme, reubicados, reaprovechados. También, en un yacimiento ibérico, encontré un singular resto fósil de gasterópodo de hace millones de años. Los humanos, en tiempos pasados, llevaban a su casa piedras que encontraban por el monte, bien porque eran curiosas o porque tenían utilidad.

Por tanto, para intentar saber su antigüedad, hay que ver si en otros lugares del mundo se han encontrado piedras similares. Consultando en Internet, se deduce que este tipo de piedras horadadas se ha recolectado en diversos países: Perú, Bolivia, Chile, Islandia, etc., siendo Suramérica la zona del mundo donde más abundan, en especial en Chile, algunas asociadas a enterramientos, aunque la mayor parte aparecen en campos de cultivo, fuera de contexto arqueológico.

En la región de Valparaíso se han encontrado asociadas a enterramientos de cazadores-recolectores, período Arcaico, de hace unos 10.000 años. Según algunos autores, el origen de muchas de estas piedras se remonta a unos 3.000 años antes de Cristo, desarrolladas por la "Cultura de las Piedras Horadadas" que eran cazadores-recolectores, con conocimientos en alfarería y que practicaban una agricultura primitiva. Parece ser que en Suramérica fueron realizadas en un amplio periodo de tiempo.

En Sobrarbe, este tipo de herramienta pulimentada encaja bien con el momento en que se fabricaban útiles pulimentados, principalmente hachas, a partir de rocas de gran dureza; hablamos del Neolítico, de 8.000 a 4.500 años de antigüedad, aunque también aparecen en yacimientos de la Edad del Bronce, incluso Edad del Hierro, si bien en éstas últimas etapas no tengo claro si se fabricaban o, simplemente, se reutilizaban.


¿Cómo se fabricó?

Fue una fabricación artesana, manual, y que requirió mucho tiempo y paciencia. Quizá, mediante golpes certeros, con una piedra de gran dureza, se le acabó dando la forma deseada. Después debió ser alisada y pulida con una piedra como lija, también con arena. Por otro lado, existe la posibilidad de que el contorno de la piedra hubiera sido fabricado de forma natural, a modo de canto rodado, bien recolectada en un río actual o en conglomerados del Eoceno u Oligoceno.

El trabajo de la perforación debió ser de enorme dedicación y cuidado; pudo iniciarse girando constantemente un hueso o una madera dura, del mismo modo que se usaban para encender fuego, pero untada en arena abrasiva para lograr moler pacientemente la roca. Todo son suposiciones. La realidad es que su fabricación requirió mucho esfuerzo, por lo que se deduce que fue un útil importante para los que lo realizaron.

Reconstrucción que muestra la piedra horadada en su estado original


¿Para qué se usó?

En Suramérica, en Chile, hay muchas formas diferentes de piedras horadadas, también los tamaños son variados, así como la litología, y dimensiones del orificio central. No se sabe qué funcionalidad original se le asignó a estas piedras, aunque se cree que fue una herramienta multifunción. Son variadas las utilidades posibles: martillo para moler granos, arma de caza, arma de guerra, rompedor de huesos de los animales cazados, tortera en huso de hilar, herramienta agrícola, pesa para la pesca, ancla para pequeñas embarcaciones, herramienta para encender fuego, amuleto para proporcionar fertilidad, objeto mágico usado por adivinadores…

Lo que parece evidente es que si hubo objetos de diferentes formas, dimensiones y acabados es porque se les asignó distintos usos, a no ser que su uso fuera mágico, entonces estos datos tendrían poca relevancia.

En los siglos XVI-XVIII, en Suramérica, las piedras horadadas fueron reutilizadas como piedras de morteros, pesas o lastres, armas de guerra, usos mágicos…, también como ornamento en las casas.

La piedra que nos ocupa, encontrada en Lamata, dada sus características de dureza, aspecto y tamaño del orificio central, habría que descartar algunos usos, quedando como posibles:

·      Objeto mágico para propiciar la fertilidad.

·      Martillo multifunción

La realidad es que la piedra horadada nos genera muchas dudas y preguntas, sin certezas. Lo que está claro es que se trata de una pieza singular, cuyo sitio más adecuado es un museo, a disposición de investigadores y visitantes.

 Artículo publicado en la revista Treserols, número 19, 2021, páginas 41-42

 

jueves, 31 de diciembre de 2020

Fósiles para recordar el año 2020

Se muestra un conjunto de fósiles diversos, en su mayoría del Eoceno y Cretácico. Hay foraminíferos, esponjas, serpúlidos, briozoos, corales, equínidos, crinoideos, crustáceos, gasterópodos, bivalvos, vertebrados e icnofósiles.

Alveolinas en un canto rodado.






Assilina


Discocyclina


Nummulites








Orbitolinas


Operculinas sobre equínido


Esponja


Serpúlido


Briozoo


Briozoo, afín a Lunulites



Briozoo














































Echinocorys