lunes, 9 de febrero de 2009

La mandíbula del "cocodrilo de Lamata"


En el Eoceno, en lo que ahora es Sobrarbe meridional, había un mar somero de aguas limpias y cálidas. En él los animales más temibles eran los cocodrilos, algunos de los cuales medían más de cuatro metros de longitud. Vivían tranquilos puesto que no había ningún otro animal que pusiera en peligro su existencia. Se ganaban la vida cazando peces y otro tipo de animales. Uno de estos individuos, que ya estaba algo viejo, murió. El destino quiso que su cuerpo estuviera un tiempo a la intemperie. Las arenas llegadas en un episodio tormentoso provocaron su enterramiento y sus huesos quedaron bajo tierra, y dispersos en una superficie relativamente reducida.

Más de 40 millones de años después, tras haber pasado estos restos por multitud de vicisitudes que entre otras cosas provocaron su fosilización, de nuevo los huesos veían la luz. Ahora estaban convertidos en piedra y a varios cientos de metros sobre el nivel del mar. El agua y el sol se encargaron de hacer desaparecer una buena parte de lo conservado. Algunos huesos quizás aún permanezcan enterrados. La pieza más destacada encontrada en superficie, hace unos cuantos años, fue la mandíbula. Se trata de la mandíbula más completa de cocodrilo marino localizada hasta el presente en el Eoceno de España. Quizás esta afirmación sea extensible a Europa, pero este último extremo no me atrevo a asegurarlo.

La mandíbula supera los 70 centímetros de longitud. Es larga y estrecha. En su región anterior presenta bordes sinuosos y casi paralelos; se observa la alternancia de protuberancias asociadas a los dientes y constricciones que las separan. A partir de los 9 os. d.ma. (novenos dientes mandibulares), la mandíbula se ensancha rápidamente hacia atrás, y a partir de los 12 os. dma. se bifurca y forma dos curvas convexas poco marcadas, convergiendo levemente en la región articular.

El lado derecho albergaba 17 dientes, y el izquierdo presuntamente 16. En la región anterior destacaban por su tamaño los 4 os. dma. Dentro de la mandíbula sólo quedaron las raíces del 4º dma. izquierdo y las de los dientes situados en la zona de ensanchamiento y comienzo de la bifurcación. La superficie inferior de la mandíbula se caracteriza por ser bastante rugosa.

Esta mandíbula y otros huesos del mismo animal se pueden ver en el museo.

2 comentarios:

  1. Es realmente espectacular. Y pensar que hace miles y miles de años una fauna tan distinta a la que conocemos, por esos alrededores, era dueña y señora de esos parajes... nunca dejará de sorprenderme, ni la Tierra ni sus más intimos secretos.

    Otro beso.

    ResponderEliminar
  2. Margot, los fósiles nos permiten saber cómo era la vida en Sobrarbe hace millones de años. Nos informan de otros mundos, muy diferentes al actual.

    Un beso

    ResponderEliminar